No es la primera vez que decimos que cada boda es especial por sí misma. Cada nueva boda es diferente de la anterior y ninguna se parece. Pero si hay algo en común en cada una de ellas es nuestro empeño en que todo salga perfecto. Cuando, además, quieres a las personas para las que vas a trabajar, porque forman parte de tu familia, la responsabilidad se multiplica. Y es que a la responsabilidad profesional se suma la responsabilidad de la amistad. Así es como nos enfrentamos la Boda en Finca el Retamar de Antonio y María.
Allí estábamos puntuales, en casa de la pareja donde hacía pocos días habíamos disfrutado de una estupenda fiesta previa. Y allí nos esperaba Antonio, aún sin vestir, acompañado de toda su familia.
María también nos esperaba en casa de sus padres. No parecía especialmente nerviosa al principio aunque, pasados los minutos, cada vez más cerca del altar, la tensión se iba sumando a sus nervios. María es una mujer calmada, mucho más que Antonio, torbellino de energía. Entre los dos suman un perfecto YING YANG de personalidades.
La novia llegó a la Iglesia Parroquial de Burguillos en Calesa, una bonita sorpresa que el novio había guardado en secreto durante semanas y que pocas personas sabíamos. Pero Antonio no quedó sin su sorpresa ya que a la salida le esperaban rugiendo un buen número de moteros con sus motores rugiendo.
Boda en la Finca el Retamar
Por fin llegó el momento de la fiesta en las Bodegas Peces Barba y allí los amigos y familiares de los novios no dejaron de sorprender a la pareja de recién casados con bonitas sorpresas. María y Antonio no esperaban la presentación final en la que los más allegados habían guardado unos bonitos mensajes para los novios.
Por nuestra parte, solo queda esperar que os guste nuestro trabajo y poder seguir contando con vuestra amistad. Que seáis muy felices.
