La boda de Carlos y María fue una boda de emociones. También, si nos lo permiten ellos, para nosotros. Porque los queremos y, ellos lo saben, desde hace mucho tiempo.

Un día, durante la contratación de las bodas de la temporada sonó el timbre de la puerta. María entraba despacio por la puerta y decía tímida:

Hola Vivi, ¿Sabes quién soy? 

Dí media vuelta y mirando hacia los ordenadores dije:

Jónatan, sal que aquí fuera hay una niña que hizo la comunión el año pasado y ahora dice que se casa…

No es la primera vez que hacemos la boda a una niña de comunión. María y su hermano, son dos de los muchos de los niños que han pasado por nuestro estudio, todos especiales.  Pero en este caso, un capítulo tríste en nuestro estudio quedó abierto en la ultima comunión de la familia  que hoy, por fin se ha cerrado felizmente, como debe ser. Un millón de veces agradecidos a María por hacernos una vez más partícipes. Por guardar un recuerdo bonito de nuestra casa y por regresar pasados los años de la mano de su marido  y el pequeño Carlos.

Los tres, como dice el pequeño Carlos, son un equipo! Contábamos con que sería una boda de emociones porque entre los tres forman un equipo extraordinario de amor y de muchas historias que quedan por contar. Nos ha tocado contar esta y esperamos contar muchas más en esta familia.

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